Educar la MENTE sin educar el CORAZÓN no es Educar en absoluto 08/09/2015 ecoportal-net
Las relaciones emocionales establecidas en la infancia conforman
gran parte del futuro de una persona. Así, aunque tradicionalmente lo racional
ha marcado la educación, las habilidades emocionales y sociales se hayan
fuertemente vinculadas con las racionales.
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*Lo que alienta Educar el Corazón
es la idea de que si hoy nos ocupamos de las emociones,
mañana reduciremos la incidencia de problemas derivados de emociones
conflictivas. Estos problemas pueden ser simples y cotidianos o verdaderamente
graves como la violencia, el suicidio o el consumo de drogas.
Digamos que a través de la EDUCACIÓN EMOCIONAL desarrollaremos un yo san que determine
la liberación y la madurez emocional,
obteniendo la sensación de eficacia y de autorrealización.
*Otra de las razones por las que debemos educar el corazón para
poder desarrollar la Mente , es
que la plasticidad neuronal propia de la infancia nos
ayudará a moldear el desarrollo cerebral, fundamentando así el desarrollo de
circuitos saludables.
La práctica hace al maestro
Lo que más nos importa es trabajar los momentos en los que
nos atrapa una emoción, pues
es entonces cuando podemos aprender a gestionarlas bien. O sea, que el
aprendizaje es mayor a través de la práctica dado que las emociones son
algo intangible o abstracto que puede resultar complicado entender sin tener
algo con lo que experimentar.
Por ejemplo, los niños a los
que se les reconoce las emociones negativas
como la ira o el enfado aprenden a regularlas mejor y a afrontar con éxito. Sin embargo, tristemente, lo
habitual es enfrentar las emociones de nuestros niños; es decir, que si
ellos se enfadan, nosotros les castigamos o nos enfadamos con ellos como
respuesta.
Esta reacción adulta hace que los niños saquen
la conclusión de que no deben compartir ciertas emociones y, como
consecuencia, acaben desconectándose de ellas. Esto no ocasiona que la emoción
desaparezca en ese momento, sino que produce un entorpecimiento de la
confianza entre el niño y sus cuidadores.
Educar el corazón, una
grata tarea
Si bien el término educación emocional
resulta muy atrayente, debemos tener cuidado a la hora de llevarla a cabo. Ni
todo vale ni nada queda. O sea, que al igual que enseñamos con sumo cuidado a
sumar y a restar, debemos implicarnos en instruir al corazón.
La idea es que el niño aprenda a identificar las señales que
nos ofrecen nuestros sentimientos y las usen como base para tomar decisiones
adecuadas al clima afectivo que se respira en el entorno.
Para esto, debemos transmitir un mensaje claro a los niños: todos
los sentimientos están bien, son las conductas las que pueden estar mal. Es
clave para el desarrollo emocional percatarse de que todo el mundo siente en
alguna ocasión celos, avaricia, desilusión, etc. Sin embargo, lo importante es
que se familiaricen con ello y aprendan a expresarlo de la manera adecuada.
Para lograrlo debemos preocuparnos por proporcionarles
herramientas que les ayuden a llevarlo a la práctica. Esto es de suma
importancia dado que hay muchos niños que
temen sus sentimientos, ya que se sienten incapaces de separarlos de su
conducta.
Es decir, es muy importante que el niño comprenda que si en
alguna ocasión se le ha castigado al expresar la ira, no hay sido por la
emoción en sí sino por su conducta. Para ello podemos contarles
historias en las que un niño haya sentido esa emoción y su manera de
resolverlo, invitarles a que nos cuenten sus vivencias, a que nos hagan un
dibujo o que escriban acerca de ello.
A partir de ello el niño tiene que aprender a calmarse
antes de pensar y de actuar. Está bien que se enfade o sienta celos,
pero tiene que reconocer que la activación que siente se deriva de la emoción
(independientemente de cuál sea esta).
O sea, no se trata de decir a los niños que se calmen, sino de
invitarles a comprender que ciertos estados emocionales son displacenteros para
todos. Así, para controlar el comportamiento que deriva de su emoción tienen
que comprender que deben tratar su entorno como quieren que su entorno les
trate a ellos.
Cualquier estrategia que implique juegos, cuentos , dinámicas divertidas es adecuada para fomentar
los principios que hemos comentado. En este sentido, les ayudaremos a
desarrollar su capacidad de pensar y planificar de tal manera que puedan evitar
situaciones complicadas y desarrollarse felizmente.
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